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sábado, 15 de noviembre de 2008

Iglesia del Divino Salvador en Sopó


Templo que en tiempo de los dominicos fue levantado para adoctrinar a los indígenas del lugar. Por su antigüedad, arquitectura y contenido artístico se constituye en uno de los patrimonios culturales más valiosos e importantes de Cundinamarca.

Sin duda, su fachada en piedra, sus naves y la colección de arcángeles la convirtieron en un verdadero monumento histórico.

El admirable conjunto de lienzos de arte religioso se considera una de las series angelicales más numerosas y complejas de Latinoamérica.

Aquellas criaturas de jerarquía ejecutiva de la corte celestial que reposan en las naves de este antiguo recinto sagrado, se destacan por su monumentalidad, tenebrismo y efectos, así como por el tratamiento pictórico de las vestiduras, donde predominan los azules, rojos, cadmios y verdes, llevadas a cabo por pinceladas directas, precisas y únicas.

Igualmente, por su condición de feminidad fueron ejecutadas con una ambigüedad sofisticada y amanerada.

Según los datos arrojados por el Centro de Restauración, fueron pintados al óleo sobre tela entre 1675 y 1700. Se caracterizan por su alta calidad artística y por el uso de nombres hebraicos con introducción al castellano.

Por otra parte, el presidente de la Academia de Historia de Cundinamarca, Roberto Velandia Rodríguez, asegura que en el inventario de la preciada iglesia, por el año de 1673, no figuraba todavía la célebre colección.

Santuario del Señor de la Piedra

La capilla en la cual reposa la pieza se ha convertido en uno de los centros religiosos y de peregrinaje más importantes del país.

Una tarde de diciembre de 1753, cuando Rosa Nieto, humilde mujer dedicada al cuidado de prendas religiosas, lavaba una estola en las tranquilas aguas de la quebrada "La Moya", vio en el fondo una piedra con figura similar a las estampas que ella conocía de Jesús.

La mujer con profunda fe y respeto la rescató y llevó consigo a su choza; durante las horas de la noche notó que la imagen proyectaba tenues destellos y decidió llevarla al párroco Raimundo Forero de Chávez, quien al tocarla recobró la visión perdida años atrás.

Este hecho señalado por la Divina Providencia permitió que los habitantes de la región la acogieran como su centinela celestial.

Tan rápidamente continuaron sucediéndose los milagros personas de todos los puntos cardinales comenzaron a venerar al santo Eccehomo; a tal punto que hoy día, la capilla es un centro religioso y de peregrinación. Cabe agregar que la piedra tiene un tamaño de 20.2 cm y hoy se encuentra incrustada en una cruz de plata que reposa en el altar mayor de la capilla construida en su honor.

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